14 septiembre 2014

Extremoduro en Las Ventas

13 de septiembre de 2014

De vuelta al ruedo, Extremoduro volvió a la capital y salió por la puerta grande de la plaza de toros de las Ventas. Por segundo día consecutivo, la banda de Robe, recién estrenada coronación de su medalla de Extremadura por su difusión de la tierra de los conquistadores, llenó el coso madrileño en su gira Para todos los públicos, nombre de su último disco. 

Había interés por conocer el cariz que tomaba el concierto. No leí o escuché crítica alguna de los conciertos anteriores para vivirlo como algo nuevo y sorprendente. La primera impresión del escenario, con contenedores de transporte simulados y uno real colgado por un puente grúa creaba una atmósfera industrial que molaba. 

Con su puntualidad habitual, tras los acordes iniciales de Extraterrestre y la aparición aparente del interior del contenedor, se dio paso a Sol de invierno. Esto pintaba bien para los que apreciamos y destacamos la calidad de las canciones de los nuevos discos, pero que pensamos que la fuerza, rabia e intensidad de Extremoduro reside en las canciones de siempre. Pese a la voz de Robe, que se disculpó diciendo que se quedó tocando la noche anterior la guitarra hasta las seis de la mañana, el concierto iba bien encaminado. 

El setlist de esta primera parte, sin embargo, siguió por otros derroteros. A partir de No me calientes que me hundo y La vereda de la puerta de atrás el ambiente del concierto dio paso a una atmósfera más tranquila, donde el cuidado del sonido y las canciones más tranquilas de los dos últimos discos tomaron el protagonismo. Entre interiores, Desarraigo o los dos primeros movimientos de la Ley Innata hicieron las delicias de parte del público que se congregó en Las Ventas. Aún sigo esperando un directo que incluya un enlace entre el segundo y tercer movimiento, que es espectacular. 

No hablo desde la sabiduría que me da el fracaso, sino simplemente de quien ha seguido a Extremoduro desde que tiene uso de razón musical. Y es indiscutible que Extremoduro, y por ende Robe, han cambiado. Para bien o para mal han evolucionado. Sus discos son diferentes y sus conciertos también. Las posibilidades de hacer espectáculos con sonidos más cuidados y la música que le sale de los huevos. Aunque esto último siempre ha sido así. 


Tras el descanso (reducido para evitar alargarse demasiado, por normativa de la alcaldía facha de Madrid según Robe), Prometeo (¡ese enlance con Sucede en Agila es irrompible!), Jesucristo García y sobre todo un pedacito de Pedrá devolvieron la adrenalina a la arena de Las Ventas y claramente marcó una línea en las generaciones tan variopintas que allí estábamos. Cada uno con sus himnos. El resto, con Puta, Mi Voluntad, Qué borde era mi valle y con Autorretrato (magnífica) marcaron la pauta para que Ama, ama, ama...pusiera a todos en la cresta de la ola. 

La bajona volvió de nuevo cuando el cierre de concierto se hizo con El camino de las utopías, aunque menos mal que el éxtasis clásico de Uoho al final, destrozando todo aquello que está en pie, nos dejó un mejor saborcito de boca. 

Está claro que Extremoduro no es lo que era. Su primera parte del concierto y su final de concierto lo dejan patente. También lo charlatán que se ha vuelto Robe, donde un escueto "gracias" y algún verso suelto componían su guion de antaño durante los conciertos. La evolución y el progreso debe ser parte de las bandas, y quien vaya pensando que va a ver al grupo de rock de antaño se va a llevar una desilusión. 

Un concierto más de Extremoduro. Pero distinto. Son los de siempre. Pero con otras inquietudes. Y no busquemos motivos. 

Es así y punto.