8 de diciembre de 2012
Que un plan se tuerza siempre puede causar indecisiones. Ese momento duro de no saber muy bien qué hacer. Dónde ir. Mentalmente también se puede convertir en un pequeño chasco. Pero esto es Madrid. Si no es a, es b. Y si no, siempre te puede quedar agasajar a a.
Tras una intentona de incursión en la Siroco para acudir al día 2 del festival The beat goes on, donde soul y pop iban a copar la noche del día de la Inmaculada Concepción, la misión se tuvo que abortar por falta de entradas, al menos en ese momento (¿?). El bar La Leyenda pasó de un plan b a una realidad. Uno de esos bares que da oportunidades a bandas locales, algo siempre loable en los tiempos que corren.
Era el turno de Gipsy Cigoto. Sí, en serio. Se llamaban así. Grupo de nivel aficionado que basaba su repertorio en versiones de los Red Hot Chilli Peppers, AC/DC e incluso Led Zeppelin. Es cierto que incluso antes de algunos de los temazos que se lanzaron a "versionar" se llegaron a disculpar, sabedores de que les era imposible alcanzar el nivel de los originales.
Aun así, en general, la banda fue bastante floja, tanto a nivel escénico como instrumental. En cualquier caso, es innegable el tesón, el ímpetu y el disfrute tanto del grupo durante todo el bolo como de los amigos y sus madres. Madres que con unos "Muy bien" de fondo que resonaban en toda la sala, prácticamente vacía, seguro quedaron orgullosísimas de sus retoños.
Era el turno de Gipsy Cigoto. Sí, en serio. Se llamaban así. Grupo de nivel aficionado que basaba su repertorio en versiones de los Red Hot Chilli Peppers, AC/DC e incluso Led Zeppelin. Es cierto que incluso antes de algunos de los temazos que se lanzaron a "versionar" se llegaron a disculpar, sabedores de que les era imposible alcanzar el nivel de los originales.
Aun así, en general, la banda fue bastante floja, tanto a nivel escénico como instrumental. En cualquier caso, es innegable el tesón, el ímpetu y el disfrute tanto del grupo durante todo el bolo como de los amigos y sus madres. Madres que con unos "Muy bien" de fondo que resonaban en toda la sala, prácticamente vacía, seguro quedaron orgullosísimas de sus retoños.
Las Cheerleaders Asesinas (de nuevo, prometo que no me he inventado el nombre) salieron sin miembros femeninos en el grupo y dándose a escuchar tocando de fondo el Smoke on the Water que en ese momento resonaba en el bar. Banda que, con temas propios, y con letras que jedían a grupos ya reconocidos como los Motociclón, daba más sensación de querer protagonismo (su guitarra principal se hacía con el centro del escenario cada vez que tenía oportunidad) y descargar su adrenalina que ser conscientes de la frialdad con la que la mayoría del público acogió a la banda. Y no fue por falta de cerveza.
Más allá de la calidad de los conciertos. Más allá de que los amigos nunca fallan. Más allá de que una portada de Los Ilegales desviara mi atención y mis pensamientos a épocas gloriosas. La sensación fue buena. Porque sigue habiendo bares donde se da barra libre a grupos que disfrutan con lo que hacen. Y desde aquí, se intentará siempre potenciar estas iniciativas.
Ah. Y elogiar a las madres, que siempre están ahí.