18 junio 2011

Living Meki en la Sala Orange

17 de Junio del 2011

La música, al igual que cualquier otra arma cultural de destrucción masiva, se puede utilizar para hacer el mal o hacer el bien. Se convierte en malvado cuando, más allá del estilo musical, provoca fanatismo hasta límites que nunca se deben pasar. Sin embargo, actos como el de anoche dejan patente que lo normal es que la música sea un medio perfecto para aglutinar a personas bajo una causa común. Una causa buena, claro está.

Meki es una ciudad de Etiopía donde, desde hace algunos años, una pequeña organización no gubernamental dedica esfuerzos y recursos para la construcción de escuelas y otros servicios que hacen que los niños tengan una vida, digamos, más acorde a lo que merecen. Al tratarse de un organismo pequeño, entiendo que la gestión y la facilidad para hacer llegar los fondos que se recauden se hace más fácil y de forma más efectiva.

En el antiguo Chesterfield (aquel sitio donde nunca me permitieron la entrada, en las dos veces que lo intenté), la convertida Sala Orange acogía el festival Living Meki, donde Joe Eceiza, Garaje Jack y Los Madison ponían la música y un 30% de la recaudación de la venta de su merchandising, y el resto aportaba sus entradas y consumiciones a servicio del pueblo Etíope.

Siendo la esencia de Le Punk, Joe Eceiza en solitario no podía sonar a otra cosa. Quizá demasiado melancólico, potenciado por el sonido acústico, las melodías rockeras sucias de ciudad con su voz desgarrada inundaron la sala Orange, impregnándola de lluvia y ambiente nublado. También hubo hueco para algún ritmo divertido y más dinámico que animó a los presentes. Con un ukelele, Joe (permitidme que le tutée) puso punto final a una actuación de algo más de media hora que creo fue lo mejor de la noche.




Garaje Jack demostró que en la música también pasan cosas raras. Como por ejemplo, que la cantante, con esa voz tan potente y esa energía sobre el escenario se deje llevar por los ritmos simplones del grupo, de ese estilo musical que haciéndose pasar por rock por tener guitarras de colores y 'looks' asalvajados con melenas, tatuajes y barbas desaliñadas, no es más que pop-rock deslucido que aporta poco. Son melodías que no llegan. Que sirve para que cierta gente se anime, pero que bajo mi punto de vista, las sobreactuaciones de mover los mástires de las guitarras arriba y abajo de manera descontrolada no son más que poses. Una cantante con potencial que podría tener un estilo propio.

Me dejó tan mal sabor de boca que, a pesar de la buena causa que envolvía el ambiente de la sala, de Los Madison, al ver que todo transcurría por los mismos derroteros, sólo presencié unas 5 ó 6 canciones. Con estilo más indie, no llegaron tampoco a engancharme.

Lo importante esa noche no era la música, sino la causa. Una lucha por la que un pequeño reducto de personas demuestran que siempre es posible poner un granito de arena y hacer de este mundo un lugar mejor. Un poquito mejor, que no es poco, y a la vez, suficiente.

A pesar de todo, una velada agradable por la compañía y por pensar que, por una vez, como se manifestó desde el escenario, la compra de alcohol estaba más que justificada. Si es que, se mire como se mire, la cerveza siempre da más alegrías que penas.

1 comentarios:

César dijo...

Hola! gracias por haber estado con nosotros, por hablar de nuestro proyecto y por darnos cobertura en tu blog. Si queires ver qué pasó con la pasta de las birras que te bebiste date un vuelta por http://www.expansion.com/blogs/meki/ donde estamos contando en vivo y en directo nuestra experiencia en Meki en formato blog.
gracias de nuevo!

pd: debiste haberte quedado hasta el final...