21 mayo 2011

DinoZaurios en el Centro Cultural de La Elipa

20/05/2011

Las cosas se pueden decir de muchas maneras. A la tuya. A la mía. A la de la puta calle. Cada una de ellas original. Y es posible que, aun diciendo lo mismo, se transmitan diferentes cosas, porque cada uno acentuamos aquello que nos parece más importante. Que nos merece más intensidad.

Así es DinoZaurios. Una forma diferente de hacer música. Canciones de rock, heavy, pop-rock, psicodelia con un trombón, un contrabajo, una batería, y dos tipos de saxo. Sí. Sin guitarra. Himnos de siempre que no voy a desgranar, ni a valorar. Ni siquiera a mencionar.

Os propongo un juego. Una alternativa de crónica, en la que vosotros sois los que comentáis. Los que adivináis y expresáis lo que queráis sobre cada una de estas apoteósicas composiciones (mierda, se me escapó un adjetivo). Porque, ahí va una pista, esto va de fósiles. De desenterrarlos y de darles una nueva forma. No un nuevo fondo. El juego consiste en ver todo desde otro punto de vista. Desde un cristal de diferente color. La esencia se mantiene. ¿Quién es capaz de descubrir qué canción se esconde tras cada uno de los siguientes arreglos de DinoZaurios? Escucha, averigua y opina.

Tema 1: Temazo. Poco habitual en los directos, pero una de las joyas de uno de los grupos por los que uno bien podría cambiarse de religión.


Tema 2: Una oda a un elemento cotidiano que sólo Zappa sería capaz de plasmar en forma de música. ¿Os atrevéis?


Tema 3: Una de heavies. Un clásico americano del mundo del rock duro. Seguro que hubiera disfrutado viendo lo que escuchamos nosotros.



Tema 4: Quizá la más sencilla de todas. Y la última. Pero no por ello la menos brillante. Sobran las pistas.

Además de las versiones, hubo temas geniales, como The Eternal Time, composición original del grupo. Melodía melancólica, emocionante, íntima y potente que sirvió para demostrar que no sólo del fósiles vive la banda. También llevan su originalidad al pentagrama.

Siempre hay una forma original de hacer las cosas. Aunque nunca sepamos cuál es la mejor. O la correcta. Aun así, divirtámonos buscándola e improvisando.



TIP: Os dejo, a petición popular, otro acertijo; clásico apelmazado por la edad. Adivinanza 5. Que ustedes la disfruten. Y la comenten.

16 mayo 2011

WOMAD 2011

12-15 Mayo 2011

Hasta dónde hemos llegao. El WOMAD (World Of Music, Arts and Dance) sigue aquí, y esta vez, con la excusa de los 20 años, y a pesar de contar con una reducción de presupuesto, ha vuelto a desmostrar que sigue siendo toda una ventana de Cáceres, de las músicas del mundo y de los extremeños al resto del mundo. Que sí. Que merece la pena conservarlo. Aunque sea con un escenario menos. Que se ha convertido en una de las señas de identidad que nos deberían hacer sentir algo bueno. Y hay que mantenerlo.

Tras un viaje más que anecdótico (mitad dinosaúrico mitad black), Cáceres recibió a los visitantes del tren de las 19:30 horas con lluvia. Desde lejos quedaba una estampa preciosa, arco multicolor incluido. Pero la descarga de agua fue acojonante. Eso sí, la experiencia del año pasado hizo recordar que un impermeable nunca está de más. Sin embargo, y a pesar de que la gente (no todos) aguantó a que cesara el vendaval, Cánovas siempre recibe como uno se merece. A medida que se aproximaba la avenida, un tumulto de tambores, cajas, bombos y panderetas alborotaban a la multitud que se agolpaba en los puestos de hippies. Venían a decir algo así como: "Bienveníos, ehsto é lo que os aguarda de aquí en alante".

Llegar el viernes tarde, y más teniendo en cuenta la supresión del escenario de las Veletas, hace que el número de grupos que se puedan ver sea menor. Por ello, tras una breve incursión en la habitación que iba a servir de cobijo, y una degustación al más puro estilo alemán (buena noticia que los precios de las Comidas del Mundo no suban de un año a otro), la Plaza de San Jorge se abrió con BigotT.

Zaragozano de Zaragoza, este hombre con bigote dejó una muy buena impresión. Una mezcla de folk y rock en inglés muy propia de la intimidad que añade la Plaza de San Jorge. Buena acústica y divertidos bailes que, a pesar del aspecto desaliñado, sirvió de fórmula perfecta para entrar en la dinámica del festival. Primer concierto, primera sorpresa agradable. Como ejemplo, aquí tenéis She is my man.

Justo después, sin anuncios para dejar ir al retrete, en la plaza Mayor tocó La Orchestre National de Barbés. Orquesta de origen francés pero con estilo de África del Norte, Argelia, Marruecos con algo de mezcla folk. Quizás porque la acústica en la Plaza Mayor no es igual que en San Jorge, no transmitieron lo que se esperaba. Y más si se comparan con los geniales Speed Caravan, que participaron en el WOMAD del año anterior.

El encanto del WOMAD no sólo reside en la gente. En los grupos. En la comida y bebida (los madrileños, encantados con los precios, aunque les cueste asimilar aquello de "maceta"). Sino en la improvisación. Ese desparpajo que, a pesar de haber actuaciones programadas en los escenarios, te limites a comprar bebida, comida y sentarte en cualquier sitio a tener una conversación agradable rodeada de una batucada, de una performance con fuego, de algún truco de magia o, por qué no, a relajarse en el suelo empedrado mirando la luz tenue de edificios medievales. Y así transcurrió el viernes.



El sábado amaneció tranquilo y, como es habitual, con un casco antiguo impoluto. Olé de nuevo por los servicios de limpieza, que merecen todo el reconocimiento del mundo. Como si allí no hubiera pasado nada el día anterior.

Enlace
Como enamorado de los talleres vespertinos, nos esperaba Dobet Gnahoré con la mesa puesta, preparada para enseñarnos un plato típico marfileño y, de paso, al más puro estilo Arguiñano, echarse unos cantes también tradicionales con la compañía de su marido a la guitarra. De menú: bacalao harinao con patatas y banana (bacalao a loko, o algo similar). Increíble su voz. Porque a pesar de las tristezas cantadas, la alegría que emanaba de su cuerpo acojonaba.

Tras un breve refrigerio, les tocaba a los galeses 9 Bach. Un matrimonio, dos hermanos y dos grandes amigos forman este grupo de folk galés que pretenden darle una vuelta a la tradición sin olvidarse de la esencia de la misma, manteniendo melodías y letras pero con arpa e instrumentos de origen indio. Además de una explicación detallada de toda su historia y unas princesas sobre el escenario, dejaron una impresión buenísima, tanto por simpatía como por música (todo esto a pesar de que nos trajeron un chaparrón de sus tierras nada más empezar). Un espontáneo con capa y en trance hizo también más amena la actuación bajo la lluvia a los componentes del grupo...Grande.



Y es que el WOMAD, incluso si vienen grupos como el Viaje de Rose, que para mí no encajan demasiado con lo que es el festival, hace que esas actuaciones fuera de lugar tengan anécdotas y uno disfrute haciendo el payaso y dejándose llevar. Mami qué será lo que tiene.

No podía faltar la alegría africana, esta vez de la mano de Takeifa. Cinco hermanos (eso dicen) que, como raza superior que son los morenitos, tienen un don para aquello de los ritmos. Un concierto genial, divertido, escandalosamente amable, con las banderas del WOMAD y las cigüeñas revoloteando. La ostia.

Tras un pequeño descanso con revuelto de patatas (lo mismo que comí, pero arrejuntao), y observar cómo Dobet se dejaba la piel en el escenario principal del festival, faltaba en el WOMAD el nombre. Y ese no podía ser otro que Kiko Veneno. Un señor. Una figura viviente que se veía a lo lejos disfrutar con su rumba. Con su canción. Porque como él dice, hay cosas que no cuestan dinero. Porque es inspiración. De los que ya no quedan. Se fue volando del festival. Genio y figura.

Tras más conciertos inesperados (especialmente emotivo cuando vi, el día de clausura, al mismo gitano que el año anterior maravillándome con su guitarra y su voz...que aparezca en el programa, por dios), se cerró el WOMAD con el pasacalles. Más colorido que nunca. Y más divertido. Y más participativo. Este festival engancha, y se nota año a año.

Que 20 años no son nada. Ya lo decía Carlos Gardel. Que no son nada si llevan tras de sí mestizaje. Fusión. Música. Buen ambiente. Comida. Niños. Padres. Abuelos. Color. Que te busca y te nombra. Vivir...con el alma aferrada a un dulce recuerdo. Cáceres. WOMAD.


08 mayo 2011

The Gift en el Teatro Circo Price

07/05/2011

Tenía gran curiosidad por escuchar en directo el último disco de The Gift. Explode tiende más a continuar la senda de Fácil de Entender (con un mensaje colorido, tanto en letra como en música; y qué decir de su portada) que a devolver al grupo a sus raíces (aquellos geniales Digital Atmosphere, Film y AM/FM que tanto me sorprendieron y encandilaron). Pero aun así, el disco tiene himnos que daban la impresión de poder ser bastante potentes en directo con Sonia, Nuno y el resto de la banda.

Con una presencia de público que apenas llenaba el 75% del Circo Price, el sitio viene siendo el escenario estándar por el que los componentes del grupo se decantan para dar sus conciertos en Madrid. Ya lo hicieron en el teatro Joy, y en el del Círculo de Bellas Artes algunos años antes. No sólo la acústica suele funcionar (no olvidemos que Nuno es un fanático de los arreglos), sino que además, con aforo limitado, todo se vuelve más íntimo y facilita el esfuerzo que hace Sonia por involucrar al público en lo que dice, en lo que canta, en lo que gesticula.

El concierto empezó bastante frío. Pese al look estrafalario al que Sonia nos tiene aconstumbrados. Pese a que el escenario estaba lleno de teclados (hasta tres diferentes), músicos invitados y otros artefactos. Pese a la gran presencia de homosexuales que, quieras que no, siempre se hacen notar con sus bailes, grititos, etc. Pese a todo, las canciones iniciales no calentaron el ambiente. Los cortes iniciales del nuevo disco, RGB y My sun no tuvieron el efecto que yo esperaba.

Además, parecía que estuvieran obsesionados con darle al escenario la misma densidad de color que han puesto en la portada de Explode, porque entre azules, rojos, amarillos, verdes, etc. era imposible enfocar a ninguno de los miembros (especialmente a Sonia, que siempre da gusto quedarse un rato anodadado con ella).

Pronto empezaron a intercalar canciones antiguas como 11.33 o Music, pero ninguna de ellas daba exactamente con lo que necesitaba el concierto para despertarnos a todos y meternos de lleno en dinámica. Dinámica en la que, por cierto, podían meterse sordomudos, ya que durante toda la gira les acompañan traductores que van haciendo gestos para traducir las letras en el momento. Un gran detalle.

Con Driving you slow empezó a cambiar la cosa. No sólo lo notamos nosotros, sino que Sonia empezó a estar más activa. Nuno dejaba los teclados para acompañar las voces saltando por el escenario y, en general, el público se subió al carro del concierto. Siguieron Race is Long (de las más movidas de Explode) y la divertidísima 645 antes del primer descanso.




The Singles sea quizá una de las mejores composiciones del último disco. No sólo por letra y ritmos, sino por variación de registros dentro de la misma canción. Quizá demasiado alejada de cualquier otra cosa echa por The Gift, como la propia Sonia rezaba por el micrófono. Me pareció desde mi posición que fue una de las más aclamadas de Explode.

La cosa se veía que llegaba a su fin. Y yo seguía echando en falta un So free o un Front of, temas de electrónica con toques oscuros que en conciertos anteriores habían sacado lo mejor de Nuno y de Sonia. En lugar de esos temas, se lanzaron con In repeat, que es realmente buena. Muy al estilo de lo que le hacía falta al concierto, aunque insuficiente. Me quedé con ganas de más derroche.

Para cerrar la actuación, toda la banda se fue al patio de butacas, nos hicieron sentarnos alrededor suyo y, en acústico perfecto, se despidieron con Aquatica. Como siempre, cercanos a su público, emocionado de ver que las barreras entre ellos desaparecían.

En general, la segunda parte del concierto estuvo muy bien, aunque añoré su tendencia más electrónica, más oscura, más abrumadora. Que la tienen. Vamos si la tienen.