16 julio 2010

The cabriolets en Sony Style

15/07/210

Aquí va una muestra de la flexibilidad de este blog. De cómo cualquier excusa y situación es buena para poder escuchar y conocer música. De cómo se puede pasar de un festival metalero lleno de camisetas sudadas a una tienda cool del centro de Madrid donde el sudor es de Channel número 3 (hay que evitar posibles demandas por copyright).

Por si no os habíais enterado (yo lo hice hace dos días), ha salido un nuevo portátil VAIO. Al parecer, este motivo es más que suficiente como para reunir a gente conocida y no tanto en una tienda comercial de producots Sony y darles de comer y de beber. Y desde que entré y vi el percal, a mí me pareció lo mismo. A base de pinchos de jamón y de cerveza se puede convencer a indrédulos de los tejemanejes del mercado. Qué le vamos a hacer.

El caso es que gracias a la de siempre y a ese tal VAIO tuve la oportunidad de escuchar a The Cabriolets en directo y, casi, en privado (aforo de 30-40 personas). Y allí estábamos. Después de un pequeño problema de logística por un fallo en el callejero de las páginas amarillas, llegamos a la tienda Sony Style de la calle Serrano que, con invitación conseguida por el facebook (he aquí una razón por la cual es bueno tener facebook), nos endiñaron una camiseta nada más entrar. Hubiéramos preferido un versión de prueba del nuevo VAIO para contarle a nuestros amigos lo bueno que es, pero a caballo regalado...

Me costó adaptarme, lo reconozco. No a coger pinchos y beber cerveza, que yo creo nadie necesita aprender; sino al ambiente tan pijo que parecía reinar en el ambiente. Gente conocida que no había visto en mi vida. Gente haciéndose fotos en la típica movida donde los famosos se hacen fotos. Gente que...bah. Fui a coger otro pincho.

Todo cambió cuando empezó el concierto, que era realmente lo que nos llevó a la tienda (además de la ilusión de que quizás nos podía caer del cielo uno de los VAIO colgados en el techo). Y gustó. Mucho. Me sorprendió bastante el tipo de música. Normalmente, cuando pasas un rato en un ambiente pre-concierto puedes intuir más o menos qué tipo de música vas a escuchar. Sin embargo, no tuvo nada que ver con mi prejuicio. Otra señal de que los pensamientos antes de tiempo no llevan a ningún sitio.



No me pareció que sea una de las grandes voces del panorama actual la de Bimba Bosé, pero le pone un carácter y un dinamismo a las canciones del grupo que ayudan a no perder comba en el concierto, algo bastante fácil cuando se trata de una banda que no has escuchado nunca. Sin embargo, me pareció que, además de tener unos músicos bastante buenos, tienen algún que otro temazo que merece la pena escuchar más de una vez. Es increíble la sensación que puede recorrerte cuando escuchas, lees, ves, tocas...¡admiras! algo que te era desconocido.

Entre esos temas están Crepuscular y Fast and slow. Los dos pertenecen a su último disco, Close. Podéis escucharlas en su página web (pinchad aquí). A pesar de estar sólo una hora sobre el mini escenario, y además de esos temazos, The Cabriolets dejó muestras de su cercanía con el público. Sonriendo, bailando con nosotros, con miradas cómplices...Sólo faltó que se lanzaran a versionar el Waka, Waka, pedida insistentemente por más de uno. Fueron capaces de que me olvidara del ambiente y me centrara sólo en lo que hacían. Genial.

Como pero, decir que se trata al parecer (supongo que por que Bimba fue portada de Zero y similares) de un grupo que es icono gay entre los gays. Sinceramente, no considero nada lógico que un grupo tenga que gustar sólo por ser un icono de lo que sea. Lo digo porque había más de una loca en el concierto que querían que todos nos enteráramos de su presencia. Parecían más preocupados de eso que de escuchar y disfrutar. No todo puede ser perfecto, qué le vamos a hacer...

Pinchos, buena compañía y grupo descubierto. Una noche muy agradable antes de unas merecidas vacaciones. Sí, Bimba. Ayer no, pero hoy ya estoy de vacaciones.

A mamarla.

12 julio 2010

Sonisphere 2010 (día 2)

10/07/2010

No hay nada como acostumbrarse al terreno. Además de coger la tarde con más ganas que el día anterior (la tarde se presentaba tremenda), hasta las 18 horas no empezaba el primer plato fuerte, Coheed and Cambria. Esto permitió tomarse la tarde de forma más relajada, disfrutando de unas cervezas a la sombra de los pinos (olé). Esto, unido a que descubrimos unos pequeños trucos (de cómo refrescarnos cuando el sola pretaba y de cómo meter comida en el recinto), hicieron que todo fuera menos agobiante y pudiéramos disfrutar más del cartelón que teníamos por delante.

Coheed and Cambria no decepcionaron. Su espectáculo no fue nada del otro mundo, pero sobre el escenario pequeño dejaron auténticos temazos para disfrute del personal. Es curioso comentar que originariamente el grupo se dedicaba a escribir comics y, de hecho, parte de su discografía está basada en personajes e historias que suceden en sus fantasías. Vaya personajes. A pesar de no ser puramente músicos, tienen una música viva, que alegra, divierte y de nuevo se desmarca del metal duro y rocoso; se aleja de gritos y aullidos, con un tono de voz muy peculiar que podría reconocerse a leguas. Un gran descubrimiento.

Era el turno de Deftones. Con un repertorio basado en su nuevo disco, no faltaron algunos temazos del grupo como Minerva o My Own summer. Con unos kilos de menos, el Chino se dejó algo más de peso sobre el escenario, siendo bastante más activo de lo que yo le recordaba. Aun así, para mí tocan la delgada línea roja de grupos que, en algunos casos, parecen no transmitir nada. Sinceramente, y aunque le duela a los miembros, me parecemás transcedental su música cuando se calman y entonan baladas que cuando bociferan y pierden el control de sus actos. Divertidos, sí. Agresivo, también. Sin embargo, falta gancho en su actuación. De ahí que, al menos en mi opinión, se les vea en general como relleno de festivales y no como grupos principales.



Se iba notando en el ambiente que esta noche iba a ser grande. La calidad de los grupos estaba siendo bastante alta y la gente empezaba a enseñar sus cartas en forma de vestimentas: querían ver a Rammstein. El recinto se iba llenando de intentos de alemanes (menos mal que les ganamos en las semifinales)con botas altas, corbatas y pelos rapados a estilos esperpénticos. Pero aún quedaba mucha tela que cortar...

Tanto a Soulfly como a Megadeth los vimos de lejos, sirviéndonos de minicadena perfecta para acompañar nuestra cena. Especialmente Megadeth, que siguen demostrando que el jevi de siempre sigue muy vivo.

A quien no nos podíamos permitir perdernos era Alice in Chains, otro de los platos fuertes del cartel del sábado. Como muchas otras bandas de rock, Alice in Chains tuvoque cambiar a su cantante tras muerte por una desafortunada mezcla de heroina y cocaína. De hecho, hasta hace bien poco no volvieron a juntarse, que sucedió "gracias" al terrible tsunami asiático. Llegó un cantante nuevo e intentó hacerse notar lo menos posible. Sin embargo, no lo hizo, porque su energía, desparpajo y voz no podían dejar indiferente a nadie. Temazos como Man in the box o Them bones fueron una delicia. Aunque yo disfruté muchísimo con Rooster. Me parece una canción increíble. Vaya tarde estábamos viviendo. ¿Quièn da más?.

Y al fin llegó el momento que estaba esperando el 75% del público. Tras unos sandwiches oportunamente colados en el recinto, se hizo la oscuridad y el silencio. Le tocaba a los reyes del espectáculo visual: Rammstein. Y así empezó todo...



Gran vacile lo de la bandera alemana. Pero a lo largo del concerto demostraron que pueden permitírselo. Ya sabéis que musicalmente no pasarán a los anales de la historia. Tienen grandes temazos que, gracias al bozarrón del cantante, se hacen más grandioso si cabe. Pero en ese sentido no son ni Faith No More ni Alice in Chains. Pero todo lo que montan alrededor. Ese concepto de concierto como un circo del sol en llamas, donde todo está medido hasta el último detalle. Genera una expectación en el público que hace imposible perder la concetración del concierto, temiendo que haya una llama no vista; un fuego de artificial no captado con la cámara o un gesto que provoque euforia.

Al igual que la mayoría de grupos, Rammstein tenía muy claro que había que promocionar disco y por ello el repertorio cojeó en cuanto a temazos clásicos. Eché de menos especialmente Mein Herz Brent, aunque hubo sitio para Links 2,3,4, Sonne o Engel. Hora y media de escándalo visual, que seguro que incluso algún vecino de Getafe pudo admirar desde su casa con un bol de palomitas. Un bis con Rosenrot entre otras y un aplauso y una ovación infinitos. Merecidos.

Y así dio por finalizado el festival. Y soy tan tajante porque mejor que Messugah no hubiera subido al escenario. Ya es marrón tocar después de Rammstein, pero si encima te dedicas a gritar y a golpear la guitarra con saña, no ayudas. Cinco minutos observando aquel dolor de estómago mezclado con jaqueca fue suficiente como para tocar retirada.

Ya teníamos el buen sabor de boca. Y no nos lo queríamos quitar.

Gran organización. Buenos grupos. Variados. Cerveza cara. Buena compañía. Os echaba de menos, metaleros.

Sonisphere 2010 (día 1)

09/07/10

Mayo de hace unos años. Empezaba a convertirse en un ritual anual asistir al Festimad, pero pasó lo que pasó y desde entonces no había vuelto a ir a un festival metalero en Madrid. Lo echaba de menos. Y con esa mezcla de morriña, interés por conocer nuevas bandas, reencontrarme con mi parte oscura y el olor a camisetas sudadas ajenas compré el bono de dos días para ir al Sonisphere 2010.

El festival está organizado de forma itinerante, de manera que visita varias ciudades europeas manteniendo el núcleo de grupos y el espectáculo. Ha venido a ser lo que en su día se llamó Getafe Electric Festival. Pero tal y como están las cosas, es un lujo que sólo se haya cambiado el nombre y no haya menguado, en absoluto, la calidad de los grupos que han congregado.

El recinto estaba perfectamente comunicado con Madrid. A menos de media hora en autobús, entre los pinares del Cerro de los Ángeles se escondían todas las tiendas de campaña. Una zona aparentemente apta para acampar después de ver la amplia densidad de sombra que caía sobre las lonas de los campistas. Eran las 17 horas y hacía un calor de justicia.

A 5 minutos andando de la zona de mochileros estaba el acceso al festival, lleno hasta la bandera para conseguir el identificativo de "portador de bono", o lo que es lo mismo, "melómanos por necesidad": una pulsera anaranjada de plástico.

La primera sensación que recorrió mi cuerpo fue un deja vu espantoso. No pude evitar recordar el secarral de aquel polígono industrial de Fuenlabrada donde se gestó el último festival de la antigua era FestiMad: suelo basado en polvo, arena fácilmente levantable, grava y gravilla. Dos aisladas y minúsculas carpas de redBull daban alas a unas 50-100 personas bajo la sombra. El resto, al solamen.

Cuando llegué sonaba Anathema. Me dio bastante pena no poder escuchar el concierto completo, porque la verdad es que sonaban genial. Muy melódicos, potentes y un pequeño toque gótico que me sorprendió bastante, ya que no suele ser muy habitual en ambientes tan metaleros. Tocaron en el escenario principal, y a pesar de que no había demasiada gente, ya se podía apreciar que en los conciertos grandes aquello podría ser criminal por la cantidad de polvo que íbamos a ingerir. De tripas corazón.

Uno de los puntos a favor de la organización fue la estupenda sincronización entre los dos escenarios. En ningún momento se solaparon y se siguió el horario con gran puntualidad. Cosa de agradecer cuando te caen unos 40 ºC sobre tu cabeza y la maceta de cerveza asciende a los 8€. Además, la situación de los escenarios era bastante buena, ya que permitía divisarlos desde gran distancia.

Era el turno para Bullet for my Valentine. De aspecto totalmente jeviorros, musicalmente me recordaron muchísimo a Avenged Sevenfold, aunque para mí, salvando las distancias si se piensa en temazos como Chapter Four. Aun así, el concierto estuvo bastante bien. Podría haber sido mejor si durante los 45 minutos no nos achicharrara un sol de invierno que, no sé por qué, nos la tenía jurada. Qué calor. Al menos el concierto fue en el escenario 2, donde había más asfalto y no se notaba tanto la nube de polvo. Un alivio para nuestros pulmones.



De los siguientes grupos: Porcupine Tree, Saxon, Sober y Slayer, sólo Saxon estuvo a la altura. En realidad, es posible que tanto Porcupine como Slayer hicieran lo que se esperara de ellos, pero es que yo no los soporto. No soporté el aburrimiento de Porcupine Tree, que además de tener el marrón de sustituir en el cartel a Dio por causas ajenas a la organización (muerte), su música desentonó muchísimo con el resto del festival. No cautivó. No daba sensación de desgaste, de entrega, de...esfuerzo. Quizás el calor les afectó más de lo que se podría imaginar. De Sober, poca cosa. Que se han vuelto a unir quién sabe por qué, pero musicalmente como siempre. Poco donde rascar para un concierto serio. En cuanto a Slayer...Una, está bien. Dos, bah. Tres, por qué no. Pero cuatro...es demasiado para mí. Esos acordes que suenan a mamporreros haciendo su trabajo delicadamente me superan. Esos aullidos-berridos unidos a la polvareda de gente incontrolada golpeándose mutuamente hicieron de Slayer una pequeña tortura que servía de ganzúa para mis oídos.

Y entre medias, Saxon. Qué cracks. Los únicos que se dignaron a dedicarle una canción a Dio. Que a pesar de sus seitantos siguen animando al personal y haciendo ver a muchos que no es necesario reinventar música para divertir y animar a la gente. Que con una fórmula sencilla, carácter y complicidad con el público puedes hacer olvidar los rayos del tan temido Sol. Olé, chavales.

Durante WASP, preferimos tomar un refrigerio para ver en perfectas condiciones a Faith No More, que era lo que realmente nos llevaba al festival en su primer día. Así que compramos algo de comer, de beber y ya con el Sol descansando (joder, qué alivio), nos posicionamos tan bien como pudimos para ver al majareta de Mike Patton.

Como no podía ser de otra forma, entraron rompiendo la pana. Aprovechando la flexibilidad de ese crack apellidado Patton, el grupo entró enfundado en trajes y entonando una baladita, Reunited. Vaya panorama...Pero fue un simple espejismo. Rápido cambiaron de tercio para, acto seguido, con From out of Nowhere, dejarse la piel sobre el escenario y sobre el público. No faltaron temazos como Epic o Ashes to ashes. Por supuesto que también hubo tiempo para excentricidades. Ni corto ni perezoso, Mike se lanzó al público y fue transportado en el aire por el público durante más de 30-40 metros. Es cierto que hubo algún problema de coordinación, pero qué demonios. Salió genial. Deseando suerte a la roja y lanzando improperios a los holandeses, Faith No More dejó un sabor de boca grandioso.

El primer día acabó con Suicidal Tendencies. A pesar del cansancio de todo el día, demostró que tiene materia prima de sobra como para hacer más de lo que hacen. Es una música bastante escuchable, divertida y propensa a meterse en el grupo de "se dejaba llevar", es decir, en el grupo de bandas con unas individualidades tremendas que no sacan todo su potencial. El batería era enorme, en todos los sentidos, y el bajista también dejó muestras de ser un puto amo. Sin embargo, lo que demostraron musicalmente en la hora larga que estuvieron no fue gran cosa. Estuvo bien, pero daban sensación de poder hacer mucho más.

Sobre las 3.30 se cerró el chiringuito para mí. Había música de "DJ" metalero que sonaba de fondo mientras abandonaba el recinto. Para ser el primer día, no había estado nada mal. Aunque las duras horas bajo el sol y la falta de agua habían pasado factura en el cansancio final. Gracias a la buena organización del festival, había autobuses cada 15 minutos a Madrid. Así que viaje en autobús lleno, paseo a casa acompañado por extraños, ducha para recordar que no estoy hecho de barro, ración de ensaladilla casera y a dormir. Mañana sería otro día. Y vamos que si lo fue.