18 junio 2010

Muse en el Vicente Calderón

16/06/2010

No sé muy bien si esto era una pruba para Muse. Un ahora o nunca. Quizá algo parecido al a por ellos futbolístico que tanto nos ha emocionado (¡já!). Lo que no cabe ninguna duda es de que se lo tomaron en serio desde el principio. Y mucho.

Nada más entrar llamaba la atención el escenario. Se veía demasiado rígido. Muy en plan edificio comunista de la antigua URSS o de la actual Serbia. Chapas de aluminio; algunas pantallas; luces no demasiado llamativas...Nada del otro mundo. Era similar al concierto del Palacio de los Deportes, al inicio de la gira, pero en lugar de tres columnas, sólo una.

Antes de Muse, sobre el escenario saltaron The Big Pink (TBP) y Editors (TE). Como suele pasar, muchas veces de manera injusta, a TBP no les hice demasiado caso. Ya habían empezado cuando entré al estadio y, mientras uno se acomoda, habla con el compañero y pregunta por los felinos, se le pasa la primera hora. Y al mirar al escenario lo único que ve es un mujer batería con rasgos asiáticos vestida con unas bragas rosas. Eso por no mirar donde se debe.

A los que sí tenía ganas de ver era a TE. Había oido maravillas de sus directos, del desgañitamiento público del que presume su cantante, y además de grandes temazos como Racing rats o Smokers outside the hospital doors, me decepcionó el tono electrónico que ha tomado su último disco, y que hasta hoy no lo había escuchado. Mantienen la esencia, pero una de las principales virtudes de este grupo, su cantante, se ve envuelto en una marabunta de sonidos que hacen que pierda protagonismo. Y esto es malo. Aun así, el ratino que se mantuvieron en el escenario fue divertido.

Sinceramente, tenía dudas. Dudas de que Muse se ahogara en el pozo de un estadio. Llevaba mucho tiempo extrañándome por la excesiva publicidad que había sobre el concierto. Eso me hacía ser pesimista sobre un hipotético lleno del Calderón.

Pasaban quince minutos de las diez cuando una panda de encapuchados con banderas y pancartas y un vocerío que juraba que They will not control us asaltó el escenario doomniano para dar paso al grupo. El inicio no fue especialmente impactante, pero poco a poco se iba mascando en el ambiente que algo bueno había en el backstage.

El espectáculo que montó Muse fue de otra galaxia. Luces delicadamente seleccionadas; imágenes en las pantallas que recordaban al ZooTV de U2 (siempre guardando las distancias); Sistemas hidráulicos para articular plataformas, haciendo que Muse se sintiera, más que nunca, cerca del público. En fin, una auténtica arquitectura ingenieril que tuvo su clímax con la aparición inesperada de un Ovni, que a simple vista incluso se podría tachar de cutre, pero que cuando dejó caer de su interior a una bailarina, me maravilló.



El repertorio fue similar al del concierto del Palacio. Uprising, NewBorn, Bliss, Interlude, Hysteria, Resistance...Una cantidad de temazos considerable donde sólo faltó In your World que, a pesar de hacer dos bises, no apareció entre los acordes de las guitarras, bajos, batería y teclados.

Puede que el concierto no se llenara. Puede que hubiera quinceañeras gritonas y demasiado novio con tantas ganas de echar un polvo que exagerara cuánto le gustaba Muse. Puede incluso que hubiera algún momento en que se echara de menos una cerveza y no una mixta. Muse se acaba de doctorar en España. Ya no sólo son los U2, Madonna, ACDC, Rolling...Muse también se merece un estadio. Se lo ha ganado.

13 junio 2010

The Solvers en la sala Tempo Club

12/06/2010

Se puede acabar en un concierto por millones de motivos: porque lo llevabas planeando meses; porque conoces al tío del garito o algún miembro del grupo; porque paseando por la calle oyes un ruido que sale de un tugurio y que te atrae sin más; porque no tienes nada mejor que hacer esa noche. Todas estas situaciones, y alguna más, han dado con mis huesos en una sala, normalmente oscura y pequeña, escuchando grupos de los que, desgraciadamente, muchos de ellos no recuerdo si su nombre.

Pero nunca me había pasado encontrarme en un concierto que se celebraba por una boda a la que no estaba invitado. Ver ir y venir al novio y a la novia, con sus trajes inmaculados, rodeados de sus amigos más íntimos, entre vítores y cánticos familiares. Y yo (nosotros) allí.

The Solvers son un grupo madrileño que han participado este año en el proyecto demo de Radio3, cuyo ganador tiene derecho a participar directamente en el FIB. En general, se trata de maquetas de grupos españoles que superan lo alternativo hasta el punto de, en algunos de los casos, necesitar escuchar más de una y dos veces las canciones para que te digan algo. Al menos eso me pasa a mí. Me recuerda muchísimo a mi estado cuando me inicié en el mundo NIN o cuando escuché por primera vez a Aphex Twin, aunque, desde mi punto de vista, siempre guardando las distancias. Ya me entendéis.

Entre los coros tradicionales "que se besen" y "que vivan los novios", The Solvers subió al escenario del garito. En una sala completamente insonorizada, muy acogedora y, a pesar de todo, bien ventilada, el grupo empezó a lo suyo.




Son grupos que no me transmiten nada. Tocan bien. Son melodías, en algunos casos, que te llaman la atención e incluso esperas que vayan a más, aunque nunca lo hacen. Sin embargo, todos los ritmos están orientados a no dejar escuchar nada la voz, como si los componentes del grupo fueran conscientes de sus carencias vocales. Es cierto que sólo estuve escuchándolos media hora y que les faltaba el bajista. Pero una de dos, o el bajista es el ser supremo que hace que cada nota que sale por sus 4, 5 ò 6 cuerdas sea deleite celestial o The Solvers se quedan ahí, en lo que vi.

Desde luego, de la hora que estuve allí, lo más divertido y que mereció la pena fue la curiosa situación de ir a una boda en la que a pesar de no estar invitado, nadie me miraba mal (además de tomarnos una cerveza a su salud).

Ojalá coman muchas perdices.