18 marzo 2010

Arizona Baby en la sala Heineken

17/03/2010

Llevaba tiempo teniendo ganas de un concierto. ¡Todo marzo! Se me iba, se me iba, caían los 26, y ni siquiera podría decir que había escrito en el blog...No caerá esa breva.

En el ciclo intermitente TR (Totally Random...y que dure) esta vez regresó a sus orígenes, a la sala Heineken, a escuchar a The Inhabitants, Clem Snide y Arizona Baby. Se esperaba que no se repitiera el abrumador cataclismo sensorial que Micah Paul Hinson nos produjo en su momento...ilusos. Quizás no hubo lloros, ni cambio de cuerdas en mitad del concierto, ni silencios incómodos de más de 5 minutos de reloj, ni público cansino...pero Clem Snide dejó claro que nadie saldría de la sala sin que al recordarles brotara un atisbo de diversión.

The Inhabitans fueros los primeros, aunque creo que dejaron bastante que desear si se esperaba que rompieran el hielo. No tocan mal. No son pesados ni tediosos. No son repetitivos. Pero les falta algo. Ese carisma, ese plín, ese plán, ese saberestar, esa personalidad, ese transmitircosasdesdeelescenario...Esto, unido a que el sonido de la guitarra solista era demasiado estridente, hizo que más que telonero The Inhabitants fueran el telón.

Y el telón se abrió paso, dejando a la vista de todos los trajes bien cuidados, las barbas con gorra, el chelo, el pelo cano bien engomado y las gafitas de pasta del cantante. Marchosos. Muy marchosos. Con sus años de experiencia a la espalda, Clem Snide tocaron temas muy movidos combinados muy bien con algún que otro tema lento, pero sin perder el ritmo. Unos "vale, vale", "aquí y ahora" y "siempre" en español se dejaron caer de la boca del cantante, y el público agradeció el esfuerzo por hablar castellano con una complicidad tremenda.



Y llegaron. Ya están aquí. Desde Valladolid. La fiebre country-rock del momento. Para los que añoran la Creedence. O a Cash. O a Arizona. O a Baby. Una mezcla de épocas que cogen lo mejor de cada una. Potentes. Divertidos. Quizás un poco prepotentes ("Estamos haciendo las cosas bien", se puede llegar a entender de mil formas...), pero fieles a su estilo. Sin forzar. Natural. Ellos.

Le dieron un buen repaso a todo su primer disco, desde Shiralee hasta Sandman pasando por Gateaway. Hasta se atrevieron para terminar con un Lucille de Little Richard muy animado en el bis final. Durante hora y media más o menos hicieron vibrar el suelo de madera de la sala Heineken al ritmo de compases tejanos. Quién no echó de menos tener espuelas en las botas en ese momento...

Con una despedida entre amigos (el cantante se lanzó al público a cantar y tocar en más de una ocasión) Arizona Baby se despidió hasta la próxima. Saben que calaron. Y que volverán. Esperaremos.