18 noviembre 2009

Depeche Mode en El Palacio de los Deportes

17/11/2009

Es increíble que en estos días que corren siga habiendo tanta expectación por la música: spotify, pirateo, youtube, grabadoras... Depeche Mode demostraron, a más de un rey del pollo, que después de 30 años es posible renovarse y seguir en lo más alto con conciertos como el del pasado martes en el Palacio de los Deportes.

No es menos sorprendente que después de miles de conciertos organizados se siga generando el caos cuando hay sobresaturación...¿excesiva venta de entradas? Quizá. Policía nacional calmando al espectador que, después de haber pagado 50 €, no podía acceder a su localidad porque, literalmente, "No era posible". Con entrada de pista en mano, tuve que conformarme con ver el concierto desde el anfiteatro. No me quejo, hubo quien ni eso. Pésima organización. Y van dos este mes.

Hubiera sido de esperar que después de tanto tiempo de gira y de un concierto dado en Madrid el día antes, Gahan y compañía entraran entonados. Pero les costó. Durante los primeros 15 minutos el ambiente fue gélido. Al grupo se le veía apagado; cansado; desmotivado; out of the flow, que diría alguno. Puro espejismo. Tras Walking in my shoes, algo cambió. No fue sólo el hecho de que Dave se quitara la chaqueta. O de que Gore sacara a relucir su voz y su guitarra (aunque, sinceramente, estuvo demasiado desaparecida para mi gusto). Depeche Mode explotó.



A Question of Time, Policy of Truth, I Feel You o Never Let Me Down Again fueron acojonantes. Efectos visuales geniales, con un serpenteo continuo de los juegos de luces. Un sonido muy bueno. Una energía tremenda, en forma de bailes de cadera que, aun no llegando a los 50, arriesgó su pelvis. Fue genial.

Por otra parte, destrozaron Enjoy de Silence. Hicieron una versión que, lejos de resultar moderna, parecía más propia de una discoteca ibicenca que de un concierto en directo. Hubo momentos en los que se echó en falta ese sentimiento humano que controla a la máquina. Carisma y personalidad tienen de sobra para hacerlo durante las casi dos horas que duró el concierto. Es cierto que faltaron temazos con John the Revelator o Ice Machine, pero es como ir a ver a Loquillo y pedir que toque La Mataré...ni jarto vino, oiga.

El final fue apoteósico, con Behind the Wheel pero sobre todo con una versión muy heavy de Personal Jesus, que hizo temblar los cimientos de un Madrid siempre en construcción. Fue el broche de oro a un concierto que, a pesar de que alguno hizo lo posible por estropearlo, fue cojonudo.

Reach out and touch faith!

4 comentarios:

Estefanía dijo...

La compañía fue aún más cojonuda...

=)

Enjoy the drunks and the gays, and the smoke...

...

Anónimo dijo...

¿Qué destrozaron Enjoy the silence? ¿A cuántas discotecas ibicencas has ido tú? Desde luego...

A ver si repetimos pronto pero en uno de esos sudorosos.

Saludos

Sweet Dreams dijo...

Sobre todo, enjoy the gays, no?? :)

A ibicencas ninguna, pero a mallorquinas a varias, y sé cómo se las gastan...

¡Viva el sudor!

Señorita 3.33 dijo...
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