15 abril 2008

Micah Paul Hinson

Nadie esperaba que fuera un concierto normal. Micah atrae tras de sí una estela de incertidumbre que, a muchos, le intriga. A otros, en cambio, sólo les produce naúseas y ganas de lanzarle a la espalda lo primero que tengan a mano.

Yo no me puedo quejar. En mi última intentona de ver a Micah, directamente no fue al concierto; así que con que saliera al escenario, me daba por satisfecho. Y así fue. Sobre las 22 horas, Micah hizo su aparación en el escenario con un zurrón, sin la cabeza tapada y con una guitarra donde tenía una pegatina de su reciente esposa. Si lo coge Loquillo, lo mata.

El concierto empezó bajo estándares. Canciones melosas, tristes,silenciosas...Sin embargo, a mitad de concierto empezó con sus imprevisibles gritos: gritos que expulsan al aire parte de su alma; que vomitan versos cargados de emociones; que emocionan hasta las piedras. Genial. La versión de "Digging a grave", para recordar.

Sin embargo, entre grito y grito, Micah se permitía el lujo de afinar una y otra y otra y otra vez su guitarra; de cambiar dos veces de cuerdas; de soltar parrafadas acerca de sus dolores de espalda y de cuánto quería a su novia. De lo fantástica que era y de la suerte que había tenido. O sea, que de las 2 horas de concierto, 1:15 efectiva. Los 45 minutos restantes, en blanco. Silencios eternos entre canción y canción hacían pensar en el tiempo y dinero gastados. Todo esto, unido a una banda de 2 componentes pésima. No en el sentido musical (que tampoco eran nada del otro mundo), sino en el sentido sentimental. Cara de palo durante todo el concierto. Ni una palabra. Ni un solo. Nada que demostrara que les corría sangre por las venas. Una pena.



Mucho sentimiento. Pero demasiado altibajo. Momentos gloriosos que no superaban a los momentos sosos. Desde luego, si Micah desea crear afición en conciertos, debe mejorar. Esa es su nota.

12 abril 2008

Loquillo y los Trogloditas

"Uno tiene el público que merece"; "Normalmente, lo grupos cuando empiezan una gira se foguean en provincias. Nosotros no. Venimos a la capital". Qué joyas. Uno no sabe qué pensar sobre Jose María Sanz, el Loco. Aun así, se piense lo que se piense está claro que está enamorado del rock and roll. Y por eso le queremos.

La primera parte del concierto fue bastante lenta, basada la mayoría en los nuevos temas del Balmoral. El Loco está empeñado en intentar asimilar sus 47 tacos, pero nosotros no queremos eso. Nosotros queremos, al menos en los conciertos, la fuerza de la segunda parte: "Hombres" (tocada, sin duda, en plan reivindicativo); "Feo, fuerte y formal"; "Rock and roll actitud"; "Rock and roll star"; "Tengo una banda de rock and roll"; "Besos robados"...Un sinfín de canciones basadas en sentimientos hacia el amor, pero sobre todo hacia el rock and roll. Faltó "La mataré", pero todos sabíamos que ya hace tiempo que desterró esta canción de su repertorio para solidarizarse con los malos tratos. Una pena.



Los allí presentes, al grito de "Locooo, loooocooo...", deseábamos ver esa faceta rockera y gamberra de Loquillo. La que nos enamoró. La que nos enamora.

Sobra decir que durante el concierto hubo besos, pases de claquet, pies de micrófono bailando, poses frente al público, elegancia vistiendo...todo un espectáculo sobre el escenario.

Mi primer concierto de Loquillo: Qué buen sabor de boca. Un 10. Lo sé, no soy objetivo, pero irremediablemente, tengo el corazón enamorado de rock and roll.